jueves, 28 de enero de 2010

Salinger dies.



El Catcher ha muerto. Tenia 91 años y vivia hace 50 recluido en su casa de New Hampshire, alejado de todo el bullicio que causaron sus obras. Desdeño la fama cuando comenzo ha volverse demasiado notorio y ha ser llamado "el mejor escritor de la postguerra". Algunos papparazi intentaban cazarlo con sus lentes, ocultos entre la maleza, para llevar imagenes, al menos, a aquellos lectores fascinados por sus obras.




La primera noticia de su existencia la recibí al enterarme, por casualidad, que el libro que Chapman llevaba en su solapa al momento de disparar contra Lenon era en efecto ese Guardian que le daba animo y lo protegia. El argumento del libro, al parecer, es demasiado sencillo. Un joven neoyorquino, decide, despues de darse cuenta de la banalidad de sus compañeros de internado, escapar y darse una vueltecita por la gran manzana. Tiene una hermana y sueña con ser un personaje oculto entre la maleza del trigo y asi evitar que los niños que juegan en ella, puedan caer en el abismo oculto. El seria asi, el guardian en el centeno.










miércoles, 27 de enero de 2010

Historia del Mundo - Programas especiales

¡hola amigos amantes de la cultura!


la radio siempre ha sido y será una magnífica acompañante dentro de nuestra diaria labor.


para los lectores y visitantes nacionales, la voz de la señora Diana Uribe no resulta para nada desconocida, como tampoco su programa semanal sobre la Historia del Mundo y si son seguidores de sus transmisiones -como yo lo soy-, saben que en los días festivos presenta programas especiales, y esos programas, raras veces los podemos encontrar subidos en la página de Caracol Radio. para los lectores de otras latitudes, es la oportunidad de conocer a esta narradora de calibre mayor, y que mejor para empezar que compartiendo con todos Uds. estos pocos especiales en los que Diana aborda temas histórico literarios como la vida y la obra de Julio Cortázar y de Federico García Lorca, la mismísima historia del libro o los sucesos que marcaron la guerra fría en Europa como fue la magnífica Revolución de Terciopelo, o los 40 años del verano del amor allá en Francia, o la revolución de los estudiantes de Tlatelolco en México, el papel de rock and roll en la contracultura y el surgimiento del movimiento Hippie, etc, etc.


estos programas especiales están en formato mp3, WAV y WMA, igual los pongo en el panel del blog, en una sección que se podría llamar Historia del Mundo.


estos son los primeros especiales:
















¡qué los dsifruten!


hasta la próxima clase de historia,


Leo



jueves, 21 de enero de 2010

La satisfacción del deber cumplido XD


Que felicidad ver que nuestro amigo logró su cometido después de 60 años de persecusión, por lo menos en esta imagen.

Un poco de humor para terminar la semana no hace daño XD




martes, 19 de enero de 2010

Dos de Julito para empezar bien el año!


Hola!


Como al parecer, el personal deste colectivo anda aún en descanso y los que ya no vacacionamos estamos llenos de trabajo, pues no es mucho el tiempo que queda para conversar con los amigos, y hoy apareció en la puerta del trabajo, a la 1 pm, un caballero altisimo, con cara de gato y acento francés, lo reconocí de inmediato. - Julito! le dije. -¿Cómo estás?, tanto tiempo, te tenía abandonado, chico. vení comámonos un churrasquito y un vinito conversamos. Así lo hicimos y como él no puede dejar de hablar, porque hablar es también escribir, me relató estas dos cortísimas historias, que la verdad sea dicha, alegraron mi digestión:



El almuerzo

No sin trabajo un cronopio llegó a establecer un termómetro de vidas. Algo entre termómetro y topómetro, entre fichero y curriculum vitae.

Por ejemplo, el cronopio en su casa recibía a un fama, una esperanza y un profesor de lenguas. Aplicando sus descubrimientos estableció que el fama era infra-vida, la esperanza para-vida, y el profesor de lenguas inter-vida. En cuanto al cronopio mismo, se consideraba ligeramente super-vida, pero más por poesía que por verdad. A la hora del almuerzo este cronopio gozaba en oír hablar a sus contertulios, porque todos creían estar refiriéndose a las mismas cosas y no era así. La inter-vida manejaba abstracciones tales como espíritu y conciencia, que la para-vida escuchaba como quien oye llover tarea delicada. Por supuesto la infra-vida pedía a cada instante el queso rallado, y la super-vida trinchaba el pollo en cuarenta y dos movimientos, método Stanley-Fitzsmmons. A los postres las vidas se saludaban y se iban a sus ocupaciones, y en la mesa quedaban solamente pedacitos sueltos de la muerte.



Viajes

Cuando los famas salen de viaje, sus costumbres al pernoctar en una ciudad son las siguientes: Un fama va al hotel y averigua cautelosamente los precios, la calidad de las sábanas y el color de las alfombras. El segundo se traslada a la comisaría y labra un acta declarando los muebles e inmuebles de los tres, así como el inventario del contenido de sus valijas. El tercer fama va al hospital y copia las listas de los médicos de guardia y sus especialidades.

Terminadas estas diligencias, los viajeros se reúnen en la plaza mayor de la ciudad, se comunican sus observaciones, y entran en el café a beber un aperitivo. Pero antes se toman de las manos y danzan en ronda. Esta danza recibe el nombre de "Alegría de los famas".

Cuando los cronopios van de viaje, encuentran los hoteles llenos, los trenes ya se han marchado, llueve a gritos, y los taxis no quieren llevarlos o les cobran precios altísimos. Los cronopios no se desaniman porque creen firmemente que estas cosas les ocurren a todos, y a la hora de dormir se dicen unos a otros: "La hermosa ciudad, la hermosísima ciudad". Y sueñan toda la noche que en la ciudad hay grandes fiestas y que ellos están invitados. Al otro día se levantan contentísimos, y así es como viajan los cronopios.

Las esperanzas, sedentarias, se dejan viajar por las cosas y los hombres, y son como las estatuas que hay que ir a verlas porque ellas ni se molestan.

domingo, 10 de enero de 2010

La ficción afortunada

Hay muchísimas mujeres que piensan que con tal de no llegar hasta el fin con un amante, pueden al menos permitirse, sin ofender a su esposo, un cierto comercio de galantería, y a menudo esta forma de ver las cosas tiene consecuencias más peligrosas que si su caída hubiera sido completa. Lo que le ocurrió a la marquesa de Guissac, mujer de elevada posición de Nimes, en el Languedoc, es una prueba evidente de lo que aquí proponemos como máxima.



Alocada, aturdida, alegre, rebosante de ingenio y de simpatía, la señora de Guissac creyó que ciertas cartas galantes, escritas y recibidas por ella y por el barón Aumelach, no tendrían consecuencia alguna, siempre que no fueran conocidas y que si, por desgracia, llegaban a ser descubiertas, pudiendo probar su inocencia a su marido, no perdería en modo alguno su favor. Se equivocó... El señor de Guissac, desmedidamente celoso, sospecha el intercambio, interroga a una doncella, se apodera de una carta, al principio no encuentra en ella nada que justifique sus temores, pero sí mucho más de lo que necesita para alimentar sus sospechas, coge una pistola y un vaso de limonada e irrumpe como un poseso en la habitación de su mujer...



-Señora, he sido traicionado -le ruge enfurecido-; leed este billete: él me lo aclara, ya no hay tiempo para juzgar, os concedo la elección de vuestra muerte.



La marquesa se defiende, jura a su marido que está equivocado, que puede ser, es verdad, culpable de una imprudencia, pero que no lo es, sin lugar a duda, de crimen alguno.



-¡Ya no me convenceréis, pérfida! -le contesta el marido furibundo-, ¡ya no me convenceréis! Elegid rápidamente o al instante este arma os privará de la luz del día.



La desdichada señora de Guissac, aterrorizada, se decide por el veneno; toma la copa y lo bebe. -¡Deteneos!-le dice su esposo cuando ya ha bebido parte-, no pereceréis sola; odiado por vos, traicionado por vos, ¿qué querríais que hiciera yo en el mundo? -y tras decir esto bebe lo que queda en el cáliz.



-¡Oh, señor! -exclama la señora de Guissac-. En terrible trance en que nos habéis colocado a ambos, no me neguéis un confesor ni tampoco el poder abrazar por última vez a mi padre y a mi madre.



Envían a buscar en seguida a las personas que esta desdichada mujer reclama, se arroja a los brazos de los que le dieron la vida y de nuevo protesta que no es culpable de nada. Pero, ¿qué reproches se le pueden hacer a un marido que se cree traicionado y que castiga a su mujer de tal forma que él mismo se sacrifica? Sólo queda la desesperación y el llanto brota de todos por igual. Mientras tanto llega el confesor...



-En este atroz instante de mi vida -dice la marquesa- deseo, para consuelo de mis padres y para el honor de mi memoria, hacer una confesión pública -y empieza a acusarse en voz alta de todo aquello que su conciencia le reprocha desde que nació.



El marido, que está atento y que no oye citar al barón de Aumelach, convencido de que en semejante ocasión su mujer no se atrevería a fingir, se levanta rebosante de alegría.



-¡Oh, mis queridos padres! -exclama abrazando al mismo tiempo a su suegro y a su suegra-, consolaos y que vuestra hija me perdone el miedo que la he hecho pasar, tantas preocupaciones me produjo que es lícito que le devuelva unas cuantas. No hubo nunca ningún veneno en lo que hemos tomado, que esté tranquila; calmémonos todos y que por lo menos aprenda que una mujer verdaderamente honrada no sólo no debe cometer el mal, sino que tampoco debe levantar sospechas de que lo comete.



La marquesa tuvo que hacer esfuerzos sobrehumanos para recobrarse de su estado; se había sentido envenenada hasta tal punto que el vuelo de su imaginación le había ya hecho padecer todas las angustias de muerte semejante. Se pone en pie temblorosa, abraza a su marido; la alegría reemplaza al dolor y la joven esposa, bien escarmentada por esta terrible escena, promete que en el futuro sabrá evitar hasta la más pequeña apariencia de infidelidad. Mantuvo su palabra y vivió más de treinta años con su marido sin que éste tuviera nunca que hacerle el más mínimo reproche.



Marqués de Sade
Cuentos Historietas y Fábulas

Who read us?