Las dos preguntas pasaron rozando cada uno de sus cabellos. ¿Las vio? En su parte de entendimiento, no alcanzo a ver ni siquiera como era posible que se encontrara aquí. Las estrellas brillan. El viento es frío, las músicas desprenden miasmas de vaca. A despecho, miró la hora en el reloj de pulsera negra barato, después de todo, las sombras chinescas habían sido el inicio del cine. Mira la calle en bajada, mira al señor que desde su carro hace sonar el claxon. Se pregunta que pasaría si algún día decidiera subirse con él. Paranoias de la claustrofobia. Abismos de la soledad.
3 comentarios:
el rimbaudiano
del suroccidente
reflejando las glorias
del verso blanco
del libreprosaísmo
y los versos
sensitivos
sinestésicos
sintéticos
y naturales
de este amigo
de la exquisitez
literaria
el abismo de la soledad siempre tiene listo un bonji jumping por si queremos tocar el borde del piso y retornar a las alturas elásticamente y con la seguridad de un observador aguzado!
por lo demás, sumercé la saca del estadio, amigo Batemán, con el verso del claxon, muy bogotano, ala, sobretodo por lo de los buses atestados, mi rrreeeyyy!!!
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