a las dos de la tarde en zigzag
sobre el asfalto caliente en zigzag pedaleo
dale, pasame a buscar, decía florencia
con los ojos afiebrados de reflejar la calle
el asfalto hierve como el mediodía en mercurio
hay que tocarle el timbre a virgi, acordate
tres bikinis en sincro bajo las remeras sobre la transpiración
sobre el deseo bajo las zambullidas
se hacían las tres a veces, una hora menos de pileta
de manos infinitas de blackjack por el honor
el juego más aburrido del imperio
el único posible a esa hora fantasma con los bolsillos rotos
y una bicicleta ruidosa al atardecer
en medio de la tormenta los músculos trabajaban al máximo
cuatro kilómetros en siete u ocho minutos
récord local
récord sentimental
esas nubes nocturnas como búhos
la promesa de la inundación, a pedalear más rápido
hacia otro tiempo incluso
una armadura de jean contra el invierno
mi propia estupidez a cuestas
otro mazo de cartas de nuevo a lo de virgi
que está más señorita
mi cuerpo permanece indeterminado
le doy la mano al té, bienvenido a mi vida
escapamos al parque,
tac tac tac croan las cubiertas
tac tac tac en el puente de madera
a metros solamente del jardín andaluz
donde el abuelo me enseñó los trucos fundamentales
primero a no caerme después a caerme con orgullo
después a no quejarme y en algún momento el click, el equilibrio definitivo,
el conocimiento brilla irreversible entre mis piernas
a lo largo de las avenidas brumosas
acabo de dejar una carrera mi carrera
en dos ruedas continúa
esta tracción a sangre continúa
un mandala de rayos en su mantra mecánico
la angustia siempre a contrapedal
quién pudiera escaparse una noche a buenos aires
hay un muchacho hermoso colgado a su guitarra
y otro muchacho hermoso en las habitaciones clandestinas
y otro muchacho hermoso y trágico y fantástico
la atracción y la sangre y el conocimiento
dividamos las aguas dividamos la escena
persigo la intensidad en colectivos
el rostro infernal del minotopo me consuela
mi costado ciclista está tan lejos ahora
tan lejos como mi infancia como mi nacimiento
hay que despertar como se debe
hay que morir y luego abrir los ojos, estirar algún brazo
hay que amar con desesperación y perder los bigotes
los bigotes del gato
las falanges pianistas
el color
negro
gris negro rojo y plateado
mis huesos son plateados
mi columna usa tachas
la bicicleta lila en su coma profundo sueña con mis suelas
cuando era hincha de racing di la vuelta a la plaza
le pegué una calcomanía prodigiosa
nada malo podía sucederme
me hice hincha de breton y desnos y jack el vagabundo
dos comidas al día seis trenes por semana
nada malo podía sucederme
hacia el corazón de caballito arrié a mi compañera
hacia mi propio corazón con terrones de azúcar
en el baúl de un fiat acudió a rescatarme
ella y yo, un pequeño centauro descubriéndolo todo
estrenando el insulto sobre el empedrado
calculando el espacio, renunciando a las manos
no hay cuerpo que baste
ni mi cuerpo doble ni el triple ni mis propias creaciones
sólo importa el vaivén de mis caderas
entre los rieles del tranvía y los autos de siesta
hacia la izquierda aterrizo en la universidad
cuelgo un par de piernas en el patio narcótico
los dibujos se escapan de los márgenes, hablo de stendhal
ese amigo invisible como yo rojo y negro
la gloria o el abismo
llevo mi propia cabeza en el regazo
la contemplo
su amante la contempla en su colchón pequeño
la bicicleta en el balcón y las madrugadas de febrero
toser sin hacer ruido volcar el mate reinventar las ideas
catorce cuadras y catorce una vez más
la pasión ladra en múltiplos de catorce
quién pudiera callar el ruido de mis entrañas
el crujir de los frenos la ilusión en dos ruedas
era preciso gritar demencialmente al lavadero
sorprendernos de los taxistas soñolientos
en independencia
en una plaza sobre garcía del río hay un león sonriente todavía
en núñez descubrí la bicisenda y no me gustó
incluso en soledad amé a mi bicicleta
y ella me quiso a mí
cuando la mala salud nos distanció
amé a mi bicicleta y ella me extrañó
cuando me dijeron que bono se había muerto apreté la bicicleta con la diestra
fuerte como el silencio
vi a mi bicicleta amarrarse a su cuadro imposible
llameante de tristeza
y no pude pelear cuando se la llevaron
no logré arrojar una estocada
no expuse mi mandíbula al golpe, mi tórax al cuchillo
hay un ángel furioso rondando por almagro
hay una dentellada por cobrar
un homerun en el cráneo
vi la ausencia gimiendo contra un tronco genérico
vi las luces del subte desplegándose
vi la publicidad refractarse entre mi llanto
vi gente con abrigos gente con candados confiables
vi una pantalla completamente blanca
vi las grandes correspondencias deshacerse
nos veremos de nuevo, ya sin reconocernos
Por Rita Gonzáles Hesaynes
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