lunes, 21 de mayo de 2012


Teniendo por sentado que Bob Marley fue, es y será una de las obligaciones musicales para todo individuo que se precie de gustar de las delicadezas de la degradación y del desacato  de la moral usualmente superpuesta de algunas personas quienes al momento de verse abocados a la acción lo hacen con una especie de descorazonada simpatía por las causa más núbiles, desearía que la música despertara en conciencias más álgidas, los pronunciamientos más lógicos, siendo estos de dos clases: dicotomía y tricotomía. Para beber de un salto la hoja de ajedrez en donde nos encontramos, los suburbios son una buena recomendación de lo que debería ser un mundo al estilo 1984, pero en un idioma absolutamente desprovisto de adjetivación innecesaria, dejarse llevar será la inventiva menos restringida. Hay en el viento de la tarde durante el recorrido uniforme y ya altamente visto de un Valle desagradable por su tímida monotonía, fijémonos no más en las ondas que produjo la marisma ya seca, la hipocresía de las montañas y lo azul de un cielo que se antoja ya lejos. Después ya podríamos irnos yendo de este lugar y albergar en las sugerencias de los viajeros menos infrecuentes, ya libidos de las terrazas verbales. Mira la locomotora salvaje de la desnutrición comprimida y hecha añicos, la desmoralización constante de las verduras ya en el horno de la inocencia. Un equilibrio y un calambre ya anochecidos. Permitirse videar la noche estrellada de la intuición salvaje y endulzada de el páramo y sus correlativas  duchas de aire frio. Mira las princesas de la soledad, la enemistad de sus fuentes sagradas. Escucha que sus enemas se suceden formando círculos entrelazados de envidias tristes. Abismos en la más pura obsolecencia del amor y el rey de las tres copas. Me derrumban las fiestas hechas a la medida donde cada uno está subiéndose a árboles de absurdos tonos grises. El pelo carcomido por el tiempo buscando más en los ojos vidriosos y en Alcatraz. No puedo expresarme en el lenguaje  de los idiotas: teniendo siempre el agujero por delante, la cuchara comprimida de su gusto, y en otras épocas menos felices un solo de lechuga comprime sus vasos.  Vea la edulcorada canción de años atrás carcomiendo los sinfines de su memoria hecha para menos. En menos de una página los astros de la esclusa ya abandonan su circunspección, ya tratan de albergar lo que los gestos se callan. Trasnocho de verme tan plagado y tan absorto en hipocampos de muecas.

1 comentario:

Nicolas Nautfal dijo...

Maravilloso escrito querido Bateman en el que se fijan vuelos del alma poética a tenor de la escritura urbana como en las mejores estrofas de un rap cósmico, uno que conjuga los fraseos mas hermosos con el desencanto y el escepticismo mas descarnado. Una auténtica obra de arte tu obra sin título.

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