Dibujo de Michaux
Henry Michaux describió sus experiencias de viaje al Ecuador en sensitivas páginas desbordantes de interés histórico. Notable viajero y explorador de diversas fuentes de conocimiento y creación. Su obra figura en la Bibliothèque de la Pleyade. Hoy ponemos sobre esta mesa de esbozos culturales un artículo escrito en 1928, un interesante relato del viaje que realizara Michaux al Ecuador. Que lo disfruten.
Conductas Típicas de los Quiteños, 1928
Pues bien, precisamente no hay calles en Quito, no hay mas que salones en donde la gente se saluda:
“Señorita, hijito; mi queridísimo, buenas tardes, buenos días mucho gusto de…” El saludo que se cruzan es perpetuo, sin la esperanza de que se acabe, y, según se estila aquí, se dan el abrazo, unos se arrojan en brazos de otros, tambaleando como toneles mal dirigidos. Se cae sobre uno, y ese uno sobre otro. Las muchachas te descubren incluso a un kilómetro de distancia, y yo las odio a todas y ando frío, tieso, presuroso y ciego como una máquina, y fastidiado con todo.
Ayer alguien me vio tomando el aperitivo en el Savoy, alguien a quien había sido presentado hace tres meses. Por cierto, de amnésico como andaba que aún olvidé su nombre.
Me cogió del brazo: “Vente conmigo, esta familia no te conviene. Para ti, aire libre, grandes locuras y mujeres. Te comprendo, va”.
Entretanto me empujaba hacia la escalera, presentándome apresuradamente a un enjambre de mujeres. “Aquí el señor M…, famoso escritor francés…”, diciéndome al oído: “Mujer bien, sabes, muy bien, en el amor requetebién”. En fin, me metió en su coche, pese a que le manifesté una y otra vez mis reparos morales.
El proseguía: “Te daré mi caballo y nos iremos a mi hacienda, en el páramo. Te quedarás tres meses”.
Pregunté: “¿El páramo de Cotopaxi??”. (Es el más cercano).
“No, mas alto que el Cotopaxi”, responde él sin vacilar. “Te fortalecerás… galoparás…”
Necesitaba su nombre. “Alberto”, dijo. Me sonaba a nombre de pila.
¿Y el apellido? “Larrea”. Ah, el loco Larrea. En la ciudad es su único nombre, mas popular no hay otro, se lo ha ganado por su audacia fantástica, por su furia en todo, en beber, en torear, en conducir automóviles atropelladamente. “Voy a enseñarte mi coche”. Es un Pearless de carreras. En plena ciudad, ahí le tienes tomando las curvas a toda velocidad; ni una sola que no derrape tres o cuatro metros, y ¡hop! salta por encima de las aceras. En un balcón aparece una joven toda emocionada. “Va a matarse”. Rápido le brinda una cita. Re-emprendimos la marcha hacia sin mas.
Después de la corrida de toros, vamos cinco en el automóvil. Dos en la parte trasera, en la caja de herramientas. Delante, el loco y yo; a la derecha un desconocido. Continuamos la marcha. Yo exijo velocidad. Los de atrás suplican: “No tan aprisa!”. En las curvas nunca moderamos. Mi compañero de la derecha trata de apretar el freno de mano. Yo con todas mis fuerzas se lo impido. Me dice: “Se ve que no conoce al loco Larrea. Está loco. No se puede imaginar de lo que es capaz, si se le deja hacer”. Yo sigo dando la batalla.
Avanzamos a trompicones, de una parte a otra en la carretera, como un trineo tirado por perros mal repartidos. En los virajes, nos lanzábamos como si cayéramos en el vacío. Yo digo:
“Bien…bien…continúe, y más rápido”.
Mi compañero de la derecha saca la lengua. “Mira que enfermo estoy…” Y se ayuda con el gesto… “Quiero volver a tomar el tranvía”.
Una vez de regreso me dice: “Me descubro ante usted señor M… Nunca había visto a nadie dentro de ese coche que se atreviera a excitar al loco Larrea. ¿Estuvo usted en la guerra?” “No”, respondo, “en la cárcel solamente”. Pero estoy confuso. No obstante, he llevado la vida que me ha dado la gana, y con riesgos siempre nuevos. No importa, nadie me quita ese aire cobardón.
Tomado de: Quito, tradiciones, testimonio y nostalgia,
Edgar Freire Rubio, T. 2, tercera edición
Librería Cima-Abrapalabra, Quito, 1933
4 comentarios:
El Loco Larrea, tremendo personaje...ahora es el Loco Correa
lol!
Ese si es el propio orate.
Populismo ventiao
jajajaja estás en lo cierto!
encontré un ensayo tremendo sobre la poesía francesa del siglo XX y su influencia en la poesia inglesa y NA, escrito por Paul Auster, incluido en Experimentos con la Verdad, recomendadisimo, ahi hablan de Michaux, uno de los grandes eh!!! =)
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